No te puedes perder...

… la gastronomía turca.  Desde la alta cocina (sin tener que pagar un precio excesivo por ello) hasta los restaurantes asequibles para cualquier bolsillo. Nuestro preferido: Enjoyer,  por la relación calidad-precio, por su ubicación en el centro de Sultanahamet, y por la simpatía de sus camareros, que siempre nos atendieron con una sonrisa y con un perfecto español. Comida típica turca, de la de verdad, así que el kebab se sirve en plato con el pan de pita aparte. Y si les pides Coca-Cola con mucho hielo te dirán que así siempre la pedía Nuria Bermúdez cuando vivió en Estambul e iba mucho por allí.

… sus increíbles dulces. Aviso a golosos: sólo contemplar los escaparates de las pastelerías, cuidadosamente decorados con torres de baklabas, es un placer para la vista.. pues imaginad probarlos. No os perdáis Hafiz Mustafá (pastelería en el piso inferior y salón de té en el superior, cuya carta de postres es un libro-literal) y el famosísimo Karakoy Gulluoglu.

… tratar con los turcos. Abiertos, educados, siempre dispuestos a ayudarte y, en algunos casos, con ganas de entablar amistad “o lo que surja”. Aunque a veces puedan pecar de insistentes, en ningún caso fueron irrespetuosos con nosotras. Para salir de fiesta “a la española”, en los alrededores de la plaza de Taskim se encuentran locales para todos los gustos, incluidos algunos de ambiente gay. Para una forma de salir más tranquila, hay innumerables terrazas en toda la ciudad (la mayoría en los hoteles de cadenas internacionales) para disfrutar de la música y de las vistas.

A tener en cuenta…

… si te dicen “traditional table” significa que vas a entrar a una sala de un restaurante donde tendrás que descalzarte, sentarte en el suelo (sobre unos cojines) y comer en una mesa baja. Olvídate de tu mentalidad europea. Por supuesto, echarle azúcar o leche al café es un sacrilegio y el camarero mostrará su sorpresa si se te ocurre simplemente insinuarlo. Un buen sitio para probar esta experiencia es Gani Gani, donde además también hay “traditional tables” a la europea.

… la indumentaria para entrar en las mezquitas y lugares sagrados como la sala de las reliquias del Palacio de Topkapi. Antes de entrar a cualquier mezquita hay que descalzarse, por lo que se recomienda llevar calcetines si no quieres pasear con tus pies descalzos por todas ellas (hay alfombras). Asimismo, nada de pantalones cortos o enseñar hombros y el cabello (en el caso de las mujeres). Puedes llevar tu propio pañuelo para cubrirte, y en los más turísticos, a la entrada, hay un cajón con trapos/pañuelos que te prestan gratuitamente y que hay que devolver una vez finalizada la visita.

… tú eliges integrarte o vivir como un turista. Estambul es una ciudad segura y abierta, en la que puedes seguir las recomendaciones típicas de las guías turísticas o meterte por cualquier callejuela a horas intempestivas sin que tengas sensación de que te va a ocurrir algo. En otro ámbito, por ejemplo, se habla mucho de la experiencia de ir a comer pescado en uno de los múltiples restaurantes del puente Gálata. Nosotras lo hicimos, y lo único bueno que recuerdo son las vistas:  mala calidad de la comida, camareros que insistían en que quedáramos con ellos al finalizar el turno de trabajo, sólo se veían turistas en los distintos locales, precio más caro que el de otros restaurantes donde habíamos comido esos días….

Venga, nos integramos

Y lo hicimos una tarde en un hamman. El más conocido de la ciudad es el de Camberlitas, pero es muy parecido a lo que vas a encontrar en cualquier spa europeo. Nosotras optamos por el que nos recomendó nuestro “amigo” del primer día , Blue Bath, más “real” y económico, pero sin ningún tipo de lujos. Es un auténtico baño turco del siglo XVII- por el estado de sus instalaciones en 2013 pensamos que no habían hecho ninguna reforma desde entonces, pero no lo pudimos preguntar a su personal ya que no hablaban más que turco y nos entendimos con ellos por señas.

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